EL ENTRAÑABLE CINE CAJEME

A 30 años de su desaparición El Caballero Audaz

Fotografía: Fali Camacho, Tribuna

“Entra a un cine. Besos kilométricos turbando la mente de millones de adolescentes que suspiran y languidecen en las butacas. La humanidad vive en un continuo estado de excitación”
Domingo Soler, en la película “Locura Pasional”

Le llamaba Lupito, aunque ese no era su nombre verdadero. Trabajaba en el seguro social, en la farmacia.
Nos encontrábamos por la tarde en el cine Cajeme, donde platicábamos largo y tendido, esto siempre y cuando no anduviera Lumpillo entre las butacas metiendo mano a los contumaces cineros dispuestos a entrarle al cotorreo.
Estamos ubicados a principio de los años 70, en una ciudad Obregón tranquila a la que alarmaba y ponía los pelos de punta el crimen de un joven que por la madrugada llegaba a su casa después de una noche de juerga con los cuates, y nadie sabe nadie supo de quien era la mano que acciono el arma asesina que lo privo de la vida.
Entre palomitas, dulces y sodas el reloj marca las 4 de la tarde la hora mágica de inicio de la función. Pasa un programa doble, formado por “Reed México Insurgente” y “María”, selección contrastante si las hay, por un lado la gesta revolucionaria y por el otro un melodrama llorón basado en el folletín de Jorge Isaacs.

Siguiendo las efemérides importantes el Cajeme estrena el mero día de las madres “Mecánica Nacional” con la grandota Lucha Villa y la madrecita institucional del cine mexicano Sara García, tragando a lo bestia y echando madres bien sabrosas.
Jóvenes y viejos, hombres y  mujeres cruzaron sus destinos en el Cajeme, algunos ni siquiera sabían sus nombres pero los unía el placer.

Las parejitas querendonas tienen en la penumbra el reducto perfecto para dar rienda suelta al  “abacho becho” y hasta dejar abandonadas en una apartada butaca de la galería unas pantaletas. Por algo los cinematógrafos han sido bautizados por un estudioso del tema como los templos del sexo. Y en verdad hay sexo en las pantallas pero en las butacas más.
Curioso pregunta Lumpillo ¿Cuántos Cajemenses fueron engendrados en la ardiente oscuridad? También ¿Cuántos otros en potencia quedaron regados en el piso pegajoso de Pepsi y esperma?
El cine debe disfrutarse con todos los sentidos aconsejaba la publicidad de la dulcerías vendiendo sus chucherías a precios populares de la calle. Así el disfrute completo surge atizado por las escenas calenturientas, empezando entonces un concierto para una sola mano en intenso ensimismamiento.
Cine Cajeme microcosmos de una sociedad apostando por una moralidad hipocritona que se derrumba en las tinieblas, brincándose las trancas, aflorando los instintos reprimidos, sino vean al respetable padre de familia aproximándose a las parejitas enamoradas en pleno acto vouyerista.
Los domingos era el día por excelencia para llevar la familia al cine a recibir lecciones de comportamiento en chispas de entretenimiento.
Las funciones de matiné fueron muy divertidas acudimos en bola toditos a gritar viviendo las aventuras de nuestros héroes sin par y entre luces y sombras aparecían ante nuestros ojos. En los intermedios corríamos sin parar hurgando por los rincones sin ningún dejar.
¡Los chamacos como disfrutábamos las matinés!

Imposible olvidar el día que pasaban el “Padrino”, la película había levantado gran expectación y por lo tanto nadie quería perdérsela. Todo mundo estaba pendiente de las peripecias de la familia Corleone, cuando de sopetón se escuchó un estruendo provocando sobresalto general. La proyección fue suspendida y las luces encendidas y corriendo salimos al vestíbulo a ver lo que sucedía. Pues resulta que unos muchachos estudiantes del Itson pretendían entrar sin pagar y como la gerencia no accedió a su petición optaron por quebrar uno de las amplias vidrieras del pórtico. Otro aspecto de nuestro querido cine Cajeme lo constituyo su uso como espacio de todo tipo de espectáculos. Uno de éstos eran las famosas promociones del señor Vallejo recorriendo la legua llevando hasta los más recónditos lugares de México a esos seres de proporciones gigantescas en las pantallas y vueltos a su tamaño normal poniéndolos a nuestro alcance gracias a la “Caravana Corona” de esta forma actuaron ante nuestros ojos Juan Gabriel, Vicente Fernández, Amalia Mendoza, Capulina, Lilia Prado etc etc.
El Cajeme también fue foro de obras teatrales como el clásico “Avaro” del inmortal Moliere, con López Tarso, en su tablado bailo dentro de la comedia musical Mame la esplendorosa Silvia Pinal. Nos tocó atestiguar la decadencia de la chaparrita piernas de oro Lilia Prado en algo llamado “Lazara acuéstate y…ándale”, un verdadero bodrio.
No dejaron de pasar por aquí las peladeces, leperadas y chichis al aire del burlesque “Prohibido entrar con cámara fotográfica”.Imposible olvidar el día que pasaban el “Padrino”, la película había levantado gran expectación y por lo tanto nadie quería perdérsela. Todo mundo estaba pendiente de las peripecias de la familia Corleone, cuando de sopetón se escuchó un estruendo provocando sobresalto general. La proyección fue suspendida y las luces encendidas y corriendo salimos al vestíbulo a ver lo que sucedía. Pues resulta que unos muchachos estudiantes del Itson pretendían entrar sin pagar y como la gerencia no accedió a su petición optaron por quebrar uno de las amplias vidrieras del pórtico. Otro aspecto de nuestro querido cine Cajeme lo constituyo su uso como espacio de todo tipo de espectáculos. Uno de éstos eran las famosas promociones del señor Vallejo recorriendo la legua llevando hasta los más recónditos lugares de México a esos seres de proporciones gigantescas en las pantallas y vueltos a su tamaño normal poniéndolos a nuestro alcance gracias a la “Caravana Corona” de esta forma actuaron ante nuestros ojos Juan Gabriel, Vicente Fernández, Amalia Mendoza, Capulina, Lilia Prado etc etc.
El Cajeme también fue foro de obras teatrales como el clásico “Avaro” del inmortal Moliere, con López Tarso, en su tablado bailo dentro de la comedia musical Mame la esplendorosa Silvia Pinal. Nos tocó atestiguar la decadencia de la chaparrita piernas de oro Lilia Prado en algo llamado “Lazara acuéstate y…ándale”, un verdadero bodrio.
No dejaron de pasar por aquí las peladeces, leperadas y chichis al aire del burlesque “Prohibido entrar con cámara fotográfica”.

Tampoco faltaron tronantes mítines políticos con el local atiborrado de mujeres y hombres sudorosos, eufóricos, sintiéndose parte de la más. En esos momentos el recinto vibraba hasta los cimientos con las consignas de los discursos incendiarios “Tomaremos la tierras con las armas en la mano si es necesario”.
Volviendo atrás recordamos que corría la segunda mitad de los cincuenta y la sociedad cajemense con ínfulas de grandeza pedía pero ya, un cine moderno y con todas las comodidades.
La esperada regia inauguración ocurrió el viernes 21 de septiembre de 1956, con “El Príncipe Valiente” a toda pantalla ancha del cinemascope.
El entonces alcalde René Gándara, corto el simbólico listón que abrió la cortina para dejar a vista la pantalla “Espejo Milagroso” de 22 por 9 metros.
Nada es eterno, todo pasa, y llegó el fatídico miércoles 27 de mayo de 1992 y los asiduos concurrentes al Cajeme acuden a la cita. Han sido convocados a la función postrera e imaginaria. No podían faltar el Lic. Xavier Cervantes, el padre Durazo, padre mangazo, para sus admiradores, cumpliendo su tarea de inspector religioso, Lumpillo, el profe Urbano, Sofía, Machado, Fernando, José Ángel y la butaca reservada al cinéfilo desconocido.
También ahí están al pie del cañón los fieles empleados Lucrecia, recogiendo boletos, Roberto Díaz, en la cartelera, Silvia en la taquilla. “
El pingüino”, “El flojonazo”, el gerente Vicente Peralta, haciendo número.
10:27 termina la película “Dos nacos en el planeta de las mujeres”, el achacoso proyector del cine Cajeme, deja de funcionar para siempre, después de 35 años.
Entre la algarabía y una lágrima furtiva se escuchan los gritos del respetable.
¡Deja la boletera cacáro! ¡Dela la botella cácaro!